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Y yo los declaro… Papa y Guacamole

Que levante la mano quien no ha caído en la suculenta tentación de hincarle el diente a una humeante y provocativa papita con guacamole.

Que levante la mano quien no ha caído en la suculenta tentación de hincarle el diente a una humeante y provocativa papita con guacamole. Una olla con unas humeantes papas saladas cubiertas de un fino velo de cristalitos de sal, o una generosa porción de papas criollas recién salidas del fogón y al lado una abundante taza de provocativo y fresco guacamole, es un verdadero manjar, siempre un imán irresistible que nos ataja y nos retiene.

Esta inseparable pareja, Papa y Guacamole, equivale a decir Romeo y Julieta, Hansel y Gretel, Batman y Robin. Es un perfecto y balanceado maridaje aún más famoso y extendido que el del queso con bocadillo o que el chocolate con pan. Esta milenaria dupla no puede faltar en un paseo de olla que se respete, en un auténtico menú tradicional, acompañando un doradito pollo a la brasa, en una parrillada familiar o un asado con todas las de la ley.  Incluso muchas veces es la que se roba el show siendo aún más memorable y apetecida por los hambrientos y exigentes comensales que las carnes del asado. Pocos placeres en la vida se asemejan al de entregarnos en cuerpo y alma a ese delicioso bocado de papa con guacamole y dejar que esa ancestral unión del sabor azteca del aguacate, con el secreto profundo de las raíces de la tierra Inca de los Andes, ocurra mágicamente dentro de nuestro paladar. Tal vez, como nuestro legado genético, sea un sabor aprendido desde siempre, una sensación que ya traíamos impresa desde las raíces más profundas de nuestro árbol genealógico.  Un gusto ineludible por el sabor de la papa unida al guacamole que viene incrustado en nuestro ADN y se despierta automáticamente en el primer mordisco.

Nuestro encuentro con esta exquisita pareja, Papa y Guacamole, es un momento maravilloso y placentero para el cual, tal vez sin darnos cuenta, ya tenemos una técnica personal y precisa para calcular el tamaño exacto de aquel mordisco previo que, entre exhalaciones de aire para evitar quemarse, se le da a la humeante papa y convertirla así en un pequeño cuenco o canapé que aloje una generosa cucharada del cremoso y sabroso aguacate macerado. Es un bocado perfecto para el paladar y el alma, sencillo y a la vez poderoso, balanceado, nutritivo, provocativo y sano. Papa y Guacamole, son un delicioso encuentro con texturas y sabores de nuestra tierra, nuestras raíces y nuestras delicias gastronómicas originales y ancestrales.

Por eso hoy queremos compartir contigo una sencilla receta de esta exquisita y tradicional receta de Papa y Guacamole para que la prepares, muchas veces, la perfecciones, le des tu toque personal y, lo más importante, te deleites compartiéndola cada vez que puedas.

Empecemos por algunos tips para preparar las papas, si vas a combinar el guacamole con papas saladas, las más adecuadas son las papas sabaneras, que resisten la cocción sin deshacerse y son de textura firme y compacta, ideales para esparcirles el guacamole.   Escógelas a tu gusto en el tamaño que te parezca mejor. Las que son medianas o pequeñas serán más fáciles y prácticas al momento de comer, compartir o servir en un plato. La preparación es muy sencilla y requiere solo la cantidad de papas que prefieras y calcules para comer y compartir, agua y sal.

En una olla mediana, coloca las papas bien lavadas y sin pelar y cúbrelas con agua. Agrega un poco de sal y cocínalas a fuego medio de 30 a 40 minutos o hasta que las papas estén bien cocinadas, para lo cual te puedes cerciorar ayudándote pinchando una de ellas con un tenedor que podrás hundir fácilmente.  Retíralas del fuego, escurre el agua sobrante, esparce un poco más de sal sobre las papas y agita un poco la olla para cubrirlas todas con sal.  Si vas a acompañar tu Guacamole con papas criollas las puedes preparar cocinadas en agua, con el mismo procedimiento de las papas saladas pero con menor tiempo de cocción cuidando que no se deshagan, o bien, fritas en aceite, escurriéndolas muy bien antes de servir.

Ahora pasemos a su majestad el El guacamole, esta receta cuyo nombre original, Guacamol, viene del náhuatl “Ahuacamolli” que significa mole de aguacate, uniendo las palabras “ahuacatl” —aguacate, que significa testículos de árbol— y “molli” —mole o salsa, sus orígenes vienen desde la antigua civilización azteca y se extendió por toda Mesoamérica e islas del Caribe.  Aunque cada vez surgen más y más variaciones y versiones para su preparación, según dónde o quién la prepare, tal vez la más tradicional y sencilla es la de menos ingredientes: Buen aguacate, fresco, maduro, picado y macerado, cebolla roja y tomate finamente picados, un poquito de limón para resaltar el sabor del aguacate y evitar que se oxide y se oscurezca, se adereza con cilantro picado, sal y pimienta al gusto. Se puede añadir un poco de ajo picado o si se prefiere la versión picante, se puedes añadir un poco del ají predilecto.  Se combina todo muy bien en una taza, recipiente hondo o bowl revolviendo con cuidado integrando bien todos los ingredientes y creando una textura homogénea.

Y listo: ¡Tus Papas y Guacamole en su punto!  Comparte y disfruta esta delicia ancestral hoy y siempre y deléitate con todas las recetas deliciosas que puedes hacer con papa colombiana. Encuéntralas en:

Hola! Soy PapaSofica

Una figura destacada en el mundo de la gastronomía y la nutrición, ha dedicado su vida a explorar y compartir los maravillosos beneficios de la humilde pero poderosa papa colombiana.

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PapaSofica

PapaSofica, reconocida en gastronomía y nutrición, ha dedicado su vida a explorar y difundir los beneficios de la papa colombiana, desde su infancia marcada por una alimentación saludable. Graduada en nutrición, ahora como escritora y chef aficionada, comparte su pasión por este tubérculo a través de artículos y recetas, alentando un estilo de vida consciente y saludable. Su compromiso radica en inspirar a otros a descubrir y disfrutar las virtudes nutricionales y culinarias de la papa colombiana.