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El pedaleo de la papa

No es una simple moda pasajera o una tendencia. El ciclismo, cada vez más, hace parte de nuestras vidas.

No es una simple moda pasajera o una tendencia. El ciclismo, cada vez más, hace parte de nuestras vidas. Día a día se aumenta la suma de personas decididas a recibir el viento en la cara montados en esa maravillosa máquina de movimiento que desde siempre ha sido la imparable bicicleta. Se aumenta la vía para los ciclistas, se construyen kilómetros y kilómetros de ciclo rutas nuevas todo el año, hay más bici parqueaderos, bici espacios, bici clubes, bici amigos y hasta bici recetas.

Hablando de ciclismo, profesional y aficionado, donde se exige tanta fortaleza física, resistencia al cansancio y energía para enfrentar recorridos largos o difíciles, donde se forjan los mejores representantes del deporte de la biela, medallistas olímpicos, los equipos que más sobresalen, donde viven los pedalistas que desafían y rompen tanto récords mundiales como sus propios límites físicos y mentales, donde nacen y crecen quienes se le miden a los interminables y casi imposibles puertos de montaña, no es coincidencia que sea en países, pueblos y regiones donde se cultiva, se prepara y se come papa de todas sus variedades, en todas sus presentaciones y como parte de una dieta habitual y saludable.

Bicicleta y ciclista, una sociedad afortunada e ilimitada, sencilla, ligera y poderosa; la locomotora autónoma que no necesita rieles, dispuesta a recorrer todos los caminos, a romper el viento y el cronómetro. Una fina maquinaria que funciona perfectamente cuando tiene el combustible adecuado. Y qué mejor que todo el brío y energía que le entrega la papa.

Sin lugar a dudas, desde que se inventó la bicicleta, la papa ya estaba ahí con toda su magia y octanaje extraído de las entrañas de la tierra, que en las piernas del ciclista es el poder necesario de convertirla en un vehículo de alto desempeño, en esa maravillosa máquina donde el motor humano transforma la energía del alimento en movimiento, desplazamiento, velocidad, ritmo y libertad. 

En Colombia, nuestro hermoso país, el más buena papa de todos, abundante y generoso en montañas, senderos y rutas espectaculares oxigenadas con vegetación exhuberante, páramos, bosques, naturaleza viva, donde el ciclismo es una pasión ferviente que crece y crece, que es parte de nuestra historia, nuestra identidad e idiosincracia, una religión con millones de fieles devotos que se multiplican a diario, donde la gente sana se encuentra en los días de sol y aire libre para darle pedal a una afición sana, alegre, desafiante y revolucionaria y a la vez sencilla y sin pretenciones, que emerge y se mantiene a la cabeza con nuestros escarabajos liderando las más importantes carreras mundiales, o en las ciudades por borbotones reemplazando automotores, buses, motos y camiones; aquí, la papa se hace presente, como la energía clave y siempre infalible antes, durante y después del pedaleo, del entrenamiento, la carrera o el desafío semanal. Cualquier ciclista en Colombia reconoce y ha encontrado como el mejor aliado del camino una buena porción del famoso, milagroso y siempre reconstituyente caldo de papa en un modesto restaurante de carretera o unas oportunas y doradas papitas criollas con sal o unas crujientes papitas a la francesa con salsa de tomate en algún recodo del empinado camino. Así la batería de la locomotora humana se recarga. Es un ciclo de energía que se queda y se renueva en la tierra: la que extrae la papa alimentada en sus entrañas y le entrega al ciclista como empuje para pedalear por vías, calles, autopistas y montañas.  

Para andar en bicicleta la papa es excelente aliada, ya que, además de ser una fuente considerable de carbohidratos, muy fáciles de asimilar, absorber y aprovechar por el organismo, también contiene potasio, un mineral básico y muy importante para una mejor contracción muscular y una transformación mucho más eficiente de los hidratos de carbono presentes en el almidón de la papa en energía disponible para pedalear por mucho más tiempo y distancia, con más fuerza y menos cansancio.  La papa también proporciona una buena cantidad de antioxidantes, como los carotenoides y polifenoles, que ayudan a mantener la salud de las células y los tejidos, a prevenir las enfermedades degenerativas y las relacionadas con el envejecimiento. Una persona en su bicicleta, que se alimenta bien, que incluye papa como fuente de energía en su menú saludable, que se mantiene sana física y mentalmente, siempre va a estar y se va a ver mucho más joven.

Por eso, como buena amiga del pedal, la papa también provee un alto contenido de vitamina C, que es uno de los principales antioxidantes que, junto con el hierro, el fósforo, el calcio y el zinc, son vitales para la síntesis del colágeno en los tejidos, la formación y fortaleza de huesos y dientes, y el buen funcionamiento y fortalecimiento del sistema inmunológico y las defensas naturales del organismo.

Así es que, si te gusta montar en bicicleta, llénate de buena energía, sal a rodar y disfrútalo tanto como saborear unas deliciosas papas colombianas. Recuerda que pedalear se escribe con P de PAPA.

Hola! Soy PapaSofica

Una figura destacada en el mundo de la gastronomía y la nutrición, ha dedicado su vida a explorar y compartir los maravillosos beneficios de la humilde pero poderosa papa colombiana.

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PapaSofica

PapaSofica, reconocida en gastronomía y nutrición, ha dedicado su vida a explorar y difundir los beneficios de la papa colombiana, desde su infancia marcada por una alimentación saludable. Graduada en nutrición, ahora como escritora y chef aficionada, comparte su pasión por este tubérculo a través de artículos y recetas, alentando un estilo de vida consciente y saludable. Su compromiso radica en inspirar a otros a descubrir y disfrutar las virtudes nutricionales y culinarias de la papa colombiana.